Parlamentarios conocen Israel junto a B’nai B’rith

Durante seis días, en el mes de noviembre, un grupo de cinco parlamentarios chilenos de diversas bancadas visitaron Israel y pudieron conocer de primera mano la historia, la vida política y la sociedad de este país, además de visitar algunos de los lugares más relevantes para el catolicismo, el cristianismo, el judaísmo y el islam, en un viaje organizado por B’nai B’rith Internacional y que incluyó también a líderes políticos también de Uruguay y Argentina.

Liderados por el Director Ejecutivo de B’nai B’rith Chile, el QH Jorge Zeballos, y el Director Ejecutivo para B’nai B’rith Latinoamérica, el QH Eduardo Kohn, los políticos latinoamericanos recorrieron el Norte, centro y Sur de Israel guiados por el experto en Medio Oriente, Gabriel Ben Tasgal. Conformaron la delegación chilena la diputada por el Distrito 3 (II Región de Antofagasta) Marcela Hernando Pérez, del Partido Radical Social Demócrata (PRSD); el diputado por el Distrito 27 (XI Región de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo) Miguel Ángel Calisto Águila, de la Democracia Cristiana; el diputado por el Distrito 23 (IX Región de La Araucanía) Ricardo Celis Araya, del Partido por la Democracia (PPD); el senador por la Región del Maule Juan Castro Prieto, Independiente pro RN, y la senadora por la Región de La Araucanía Carmen Gloria Aravena Acuña, de Evópoli.

En un intensivo programa, los parlamentarios pudieron visitar Jerusalem, teniendo oportunidad de recorrer el Monte de los Olivos, la Ciudad Vieja y visitando la Knesset, donde se encontraron con parlamentarios israelíes, para luego sostener una reunión con representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. Asimismo, recorrieron el Monte del Templo, la Vía Dolorosa e ingresaron al Santo Sepulcro, para luego visitar Yad Vashem.

Más adelante, visitaron Belén para luego viajar hacia el Norte, recorriendo la Galilea y el Lago Kineret, donde pudieron conocer Capernahum, la ciudad de Jesús. También ascendieron a Golán para escuchar de la realidad que se vive en la frontera de Israel con Siria, para más tarde conocer el Centro de innovación de Tel Aviv, y recorrer la “Ciudad blanca” y Yafo.

El programa finalizó con un interesante y fructífero encuentro con el Embajador de Chile en Israel, Rodrigo Fernández, de quien los diputados y senadores del Congreso Nacional pudieron conocer diversos aspectos del trabajo diplomático de la misión chilena en Israel.

Consultado por sus impresiones del viaje, el diputado Miguel Ángel Calisto señaló que “Israel es una nación prominente, de la que tenemos mucho que aprender. Por ejemplo, el desarrollo tecnológico y en el campo de la medicina, y el cuidado y desarrollo de la industria asociada al agua y la agricultura. En pleno Siglo XXI lo que corresponde es trabajar por la paz, integración y el desarrollo integral, de manera que los avances vayan en beneficio del ser humano en todo el orbe”.

De la misma forma, destacó lo vivenciado en Jerusalem “y la relación de respeto entre las distintas expresiones religiosas. A diferencia de lo que se percibe desde Occidente y, por lo expuesto por la prensa, en la realidad vemos a las comunidades judías, árabes y cristianas con sus distintas expresiones, convivir y relacionarse, tal como uno esperaría en este siglo. El respeto a la diversidad, la democracia y la libertad religiosa son valores importantes que deben ser cada vez más universales”.

En la foto superior, uno de los momentos más significativos del viaje de parlamentarios organizado por B’nai B’rith: la visita al Kotel, en Jerusalem. De izq. a der., el diputado Celis, el diputado Calisto, la diputada Hernando, el senador Castro, la senadora Aravena y Jorge Zeballos.

Abajo, en la visita a Capernahum, el antiguo pueblo pesquero ubicado a orillas del Kineret, conocido por los cristianos como “la ciudad de Jesús”.


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Columna de opinión: Chile e Israel, necesarias integraciones

Hasta acá, las naciones del mundo hemos subsistido en un ir y venir entre peligrosas autarquías e interesantes alianzas supranacionales.

Con las primeras, se han favorecido la xenofobia, los racismos y las desigualdades, mientras que con las segundas se ha tendido a la integración, la cooperación y la construcción de un sistema universal de protecciones, pese a la persistencia de regiones enteras y amplios grupos sociales tremendamente segregados y discriminados, incapaces aún de ser atendidos por dichas alianzas.

La historia de nuestro país en estos temas es de corta data. Acostumbrados a la insularidad geográfica y a conflictos vecinales de consecuencias trascendentes, fuimos avanzando en una relación internacional muy pobre, reducida a la venta de commodities y a algún viaje de las pocas familias que podían costear los onerosos pasajes. Crecimos en un silencio que, si bien profundizó nuestra cultura y fuerza propia, no nos preparó adecuadamente para relaciones amplias ni para un óptimo intercambio de ideas.

Así, ya muy tarde nos vimos insertos en una vorágine de tratados de libre comercio y liberación de fronteras, sin analizar con calma los alcances de dichos intercambios ni las oportunidades que generan las aperturas razonadas. Nuevamente, sectores relevantes de la población temieron -muchas veces con justificados argumentos- al desempleo, la competencia externa y los dominios sin control de potencias mundiales.

Sin embargo, los desafíos que aún tenemos como nación y nuestras propias capacidades nos obligan a levantar las miradas y buscar en el concierto mundial alianzas novedosas que -con los necesarios resguardos- nos permitan tanto compartir nuestra capacidad creadora, así como incorporar aportes en un conocimiento que renueven los impulsos que requerimos como nación.
En estos días hemos asistido a una nueva ronda de conversaciones entre Chile e Israel. Ambos países, teniendo realidades tan diversas, pueden y deben comenzar a construir relaciones virtuosas.

Chile se puede beneficiar de una experiencia única en tecnologías de aprovechamiento de agua y trasformación de zonas desérticas en áreas de alta productividad agrícola. Israel puede conocer las experiencias en desarrollo de técnicas en la producción de alimentos. Nuestro país puede incorporar alta tecnología en comunicaciones y, fundamentalmente, en cyberseguridad. Israel puede recibir la producción de nuestros suelos, ahora con el valor agregado de una inteligencia innovadora. Chile puede acercarse al Medio Oriente y fortalecer su rol como agente constructor de entendimiento y paz. Israel puede y debe aportar la enorme riqueza cultural e intelectual de una nación conformada por esa enorme diversidad de pueblos y visiones de mundo.

Un intercambio entre ambos países, bien pensado y adecuadamente construido, ha de significar un paso más en un mundo en el que la integración aporta al desarrollo de las personas y comunidades.

Por cierto, nada de aquello impide mirar con plena libertad a los procesos políticos que acá y allá se desarrollan, y aportar -por esa misma vía- a la consolidación de las democracias, a la defensa de los Estados y al respeto de toda persona. Un diálogo abierto, bien lo sabemos los chilenos, es el mejor remedio para construir paz, desarrollo y bienestar humano.

 

Por Eduardo Weinstein Gottlieb

Presidente B’nai B’rith Latinoamérica
Presidente Comisión de Asuntos Públicos B’nai B’rith D. 27

Columna de opinión publicada en El Mostrador el lunes 7 de enero de 2019.