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B’nai B’rith y la Declaración Balfour: Un trabajo tras bambalinas

Artículo de B’nai B’rith Chile en Revista Shalom edición febrero 2022

Por Cheryl Kempler (B’nai B’rith International), Traducción y adaptación de B’nai B’rith Chile

En un ambiente de emoción desbordante, y después de algunos discursos de líderes y representantes, lo que había dado una estampa de solemnidad y formalidad. La jornada finalizó con fuertes vítores, a lo que la audiencia respondió con un instantáneo canto del “Hatikva”, el himno sionista, que más tarde, sería adoptado como el himno nacional del sueño materializado en el Estado judío de Israel.ranscurría el domingo 2 de diciembre de 1917. La Royal Opera House de Londres, estaba en su total capacidad, desbordándose incluso hasta la calle. ¿La razón?, una multitud de personas, judíos y cristianos, habían venido a expresar su gratitud por un párrafo de tan solo 67 palabras, el cual, es conocido hasta nuestros días como la “Declaración Balfour”. Nombrada en honor a quien fuera su principal redactor, el secretario de Relaciones Exteriores, Arthur James Balfour. En ella, Gran Bretaña manifestaba su respaldo formal para el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina.

Si bien B’nai B’rith en sus inicios manifestó una política neutral hacia el sionismo, ello no fue impedimento para que muchos de sus miembros abrazaran la causa con entusiasmo y pertenencia, especialmente aquellos que formaban parte de las logias de Londres y Manchester, jugando un importante rol en los eventos que condujeron a la redacción y aceptación del conocido mensaje que Lord Balfour enviaría al barón Rothschild, destacado miembro de la comunidad judía de Gran Bretaña.

B’nai B’rith en Inglaterra, fue un fiel reflejó del espíritu de cambio y democracia que se vivía en la época.

Los rápidos cambios sociales y políticos, debilitaron el control de las clases con títulos nobiliarios y terratenientes. Estos vientos de cambio, provocaron la formación de la Primera Logia de Inglaterra, en Londres específicamente, ciudad en la que se encontraban destacados hombres de negocios, religiosos, académicos y periodistas. Entre los miembros provenientes de esta ilustrada Logia, que trabajaron para dar forma concreta al sueño de una patria judía, estaban el rabino Moses Gaster, líder en ese entonces de la congregación sefaradí más grande de Londres; Herbert Bentwich, un eminente abogado que había fundado la Federación Sionista Británica en 1899; Selig Brodetsky, profesor de matemáticas y futuro presidente de la Universidad Hebrea de Jerusalén; y Paul Goodman, secretario tanto de la Primera Logia como de la Federación Sionista Inglesa.

A pesar de las diferentes opiniones sobre el sionismo, los miembros de Londres lanzaron proyectos de gran beneficio para la comunidad judía, particularmente después del comienzo de la Guerra Mundial en 1914, momentos en los cuales Gran Bretaña enfrentaba la llegada de inmigrantes de Europa del Este y Rusia. Estos apuntaban a brindar apoyo y servicios legales gratuitos, acceso a comida Kosher, entre otros, atendiendo las necesidades de los recién llegados al país. La logia también publicó folletos diseñados para educar a gente fuera de la comunidad en temáticas sobre la historia y las costumbres judías, de modo de facilitar la inclusión de los nuevos llegados.

Por su parte, B’nai B’rith de Manchester, hogar de sionistas provenientes de Alemania y Rusia, así también de un importante grupo de lugareños devotos del presidente de la logia, su amigo y mentor, el Querido Hermano Chaim Weizmann. Científico, profesor universitario, quien posteriormente se convertiría en el primer presidente de Israel. Dentro de sus miembros más emblemáticos, también podemos encontrar a Nahum Sokolow, un periodista y diplomático nacido en Rusia, e Israel Sieff, un pilar financiero y editor de la revista Palestina.

A través de su afiliación con una organización filantrópica como B’nai B’rith, Weizmann tenía la intención de obtener apoyo para el sionismo desde adentro de la comunidad. Trabajando para el Ministerio de Municiones en 1914, Weizmann realizó experimentos que condujeron a la optimización en la fabricación de armamento. Sus logros y aportes, lo hicieron conocido dentro de las altas esferas de la sociedad inglesa, donde utilizando sus conocidas habilidades diplomáticas, tuvo la capacidad de convencer a los funcionarios públicos de los beneficios de crear un hogar para los judíos en Palestina, tras la ansiada victoria aliada sobre las fuerzas turco-otomanas, que gobernaban la zona.

David Lloyd George, quien fuera el primer ministro de Inglaterra en diciembre de 1916, un cristiano devoto, estuvo de acuerdo con Weizmann, en la convicción de que una Palestina judía correspondía a una ordenanza bíblica, y también, estaba convencido de que el apoyo de los judíos, podría ayudar a inducir a Rusia y Estados Unidos a apoyar y sumarse a Gran Bretaña en la guerra.

El Primer Lord del Almirantazgo, Sir Arthur Balfour, nombra-do ministro de Relaciones Exteriores en el gabinete de guerra de Lloyd George, también favoreció el concepto de una Palestina judía. El percibir a los judíos, no solo como una religión, si no más bien como un pueblo, lo motivó en su convicción de que “una gran nación, sin hogar, no está bien”.

A medida que avanzaba la guerra, el sionismo, anteriormente apoyado por una no despreciable minoría judía, adquirió cada vez un número mayor de adeptos, aunque muchos judíos temían que la profesión de lealtad a su religión o etnia, llevarían a cuestionar su patriotismo para con Inglaterra.

Ya en 1915, los líderes judíos, incluidos Weizmann y otros en B’nai B’rith, entendieron la necesidad de desarrollar una posición unificada sobre los problemas de la posguerra que eran más apremiantes para los judíos de Europa. Después de intensas discusiones, debido a los diferentes puntos de vista existentes entre los miembros de la Primera Logia de Londres, se acordó buscar “la formulación de una opinión comunitaria unida sobre el problema judío…siendo eminentemente deseable, para la Primera Logia, el asociarse con el Comité de Manchester, los hombres que ayudan a Weizmann… con el propósito de cooperar con las organizaciones comunitarias existentes en reuniones con el gobierno británico”.

Después de una serie de charlas sionistas organizadas por el Comité de Manchester, el informe con los resultados de estas conversaciones fue entregado a B’nai B’rith de Londres. Tras lo cual, los Hermanos de Londres, organizaron el Comité de Emergencia Judío, compuesto por Weizmann, Bentwich, Gaster, Sokolow y Goodman. El informe de este ultimo, señalaba tanto el imperativo de la igualdad de derechos y la ausencia de persecución como “la demanda de la creación de una comunidad judía autónoma que sirva como el centro de la raza judía”. Este informe, llamado “Palestina y los judíos”, fue posteriormente presentado al Parlamento Inglés en nombre de B’nai B’rith, el cual, obtuvo una serie de respuestas altamente favorables.

En 1917, B’nai B’rith y sus miembros fueron parte significativa de la compleja cadena de eventos que culminaron en la realización de los esfuerzos de Weizmann. Corría el mes de febrero, momento en el cual, el administrador del gabinete de guerra, Sir Mark Sykes, organizó una reunión de funcionarios del gobierno británico y líderes sionistas, entre los que se encontraban Weizmann, Bentwich y Sokolow, en la casa del rabino Gaster. Durante los meses de abril, mayo y junio; Sokolow, en su calidad de diplomático, participó en conversaciones con el Vaticano y Francia. Sus negociaciones dieron como resultado la aprobación de cada uno de los gobiernos, de la propuesta de permitir que Gran Bretaña administrara Palestina de forma exclusiva. En discusiones diplomáticas con los Aliados, que resultaron en la renuncia a su derecho a controlar el territorio, también se le encomendó la elaboración de un plan largo y detallado para el gobierno de la futura entidad sionista, con contribuciones añadidas por Weizmann, el editor Sieff y otros.

El 18 de julio, el líder de la comunidad judía, Lord Lionel Walter Rothschild, presentó su versión del documento que condensaba lo principal del reporte de Sokolow. Este documento, fue revisado por Balfour, quien adoptó su redacción: “El gobierno de Su Majestad acepta el principio de que Palestina será re-constituida como el hogar nacional del pueblo judío y utilizará sus mejores esfuerzos para asegurar el logro de este objetivo y estará listo para considerar cualquier sugerencia sobre el tema que la Organización Sionista desee presentar ante ellos”.

En octubre, Sir Alfred Milner y Leo Amery, ambos miembros del Gabinete de Guerra; volvieron a redactar el borrador, insertando un lenguaje que aseguraba los derechos de los judíos en cualquier lugar que habitaran y salvaguardaba la protección de los árabes que vivían en Palestina. Aunque, todavía faltaban semanas para la victoria británica que ya se avizoraba en el territorio controlado por los turcos otomanos; la Declaración Balfour en su redacción final, se escribió como una carta dirigida a Walter Rothschild, el segundo barón de Rothschild, y se le entregó el 2 de noviembre.

“Estimado Lord Rothschild.

Tengo gran placer en enviarle a usted, en nombre del gobierno de su Majestad, la siguiente declaración de apoyo a las aspiraciones de los judíos sionistas que ha sido remitida al gabinete y aprobada por el mismo.

El gobierno de su Majestad ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y usará sus mejores esfuerzos para facilitar el logro de este objetivo, quedando claramente entendido que no debe hacerse nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político que disfrutan los judíos en cualquier otro país.

Estaré agradecido si usted hace esta declaración del conocimiento de la Federación Sionista.

Arthur Balfour”

Mientras los judíos reaccionaban eufóricamente en todo el mundo, el Querido Hermano Sokolow comentaba entonces:

“De inmediato quedó claro que un gran momento en la historia del pueblo judío había llegado a través de esta Declaración… Grandes nuevos horizontes de trabajo constructivo nacional libre se revelan ante nuestros ojos. El destino de la tierra judía depende no solo de la poderosa protección de los gobiernos, sino ante todo de la firmeza y la capacidad de sacrificio del propio pueblo judío”.