Intervención de Ana María Arón
Conversatorio “Crisis desde la visión judía”
Domingo 10 de noviembre de 2019
Intervención de Ana María Arón
Doctora en Sicología
Buenas tardes. Gracias a B’nai B’rith y a la comunidad por invitarme. Yo he estado participando en muchos grupos en distintas comunidades, pero la verdad es que la comunidad judía me invita poco. Es muy importante para uno porque el sentido de pertenencia nos ayuda a reafirmar nuestra identidad y también a calmarnos. En momentos de crisis uno necesita estar con la gente que es su gente. Y en estos siete minutos, esto es un desafío enorme, ¿no?, la Yael lo logro, cómo no lo voy a lograr yo.
Lo primero, decir que estamos en una situación de crisis y entender que eso nos afecta personalmente a todos los que estamos aquí. Y nos afecta físicamente por que el cuerpo, o sea nuestra biología, interpreta que estamos en una situación de peligro. Y entonces nos empiezan a pasar cosas. Por eso es que estamos cansados, estamos irritables, tenemos dolores varios, tenemos problemas para dormir, nos estamos poniendo insoportables los unos con los otros y lo más importante es entender es que esta es una reacción normal frente a una situación de crisis.
Lo segundo es que cuando ocurre esto, no solamente es la crisis de lo que ocurre afueras si no que también se nos reavivan -y aquí yo me sumo a lo que decía Yael- las crisis pasadas. Los recuerdos tienen una forma muy especial de guardarse y los recuerdos traumáticos se guardan fragmentada en una parte de nuestro cerebro. Y se disparan cada vez que el cuerpo huele que estamos en situación de crisis. Entonces, está el tema de la dictadura, está el tema de la Unidad Popular, está el tema del Holocausto y está el tema de toda las crisis personales que cada uno vivió.
Digo esto para poder entender que no es que nos estemos volviendo locos, no es que estemos envejeciendo más de la cuenta, no es que nos esté dando Alzheimer, sino que muchas de las cosas que nos pasan tiene que ver con una respuesta biológica a lo que estamos viviendo.
Lo otro tiene que ver es la justicia restaurativa. Cuando hay una situación de conflicto, y especialmente una situación de conflicto social, hay muchos dolores, y cuando hay dolores hay que sanarlos. Y la forma de sanarlos es hablar de lo que nos pasa. Y en ese sentido es tan importante darle un espacio a contar lo que nos pasa antes de focalizarnos en cómo vamos a resolver el problema. Cuando queremos resolver el problema y no se nos da un espacio a sanarlo, físicamente, espiritualmente, con nuestras comunidades, probablemente nos vamos a equivocar más en las soluciones que vayamos a abordar. Y en el hecho de sanarnos, hay una cosa muy importante que tiene que ver con conversar. Recuperar esa capacidad de conversar que es lo más humano de lo humano, los seres humanos somos los únicos de los animales que tenemos la capacidad de conversar. Los animales se comunican, pero nosotros podemos hablar, podemos compartir, y cuando uno está dolido necesita que el otro sepa cuáles son sus dolores.
Yo creo que en estos últimos conflictos, cuando uno ve los medios de comunicación, impresionante la necesidad que la gente tiene de contar lo que le pasó, de que los otros sepan, porque la inequidad, la desigualdad, son conceptos muy abstractos, pero cuando yo escucho que la inequidad es que tengo que viajar cuatro horas para llegar a mi trabajo, entiendo de qué se trata, le pongo cara a ese sufrimiento. Eso es para los otros y para nosotros. Y escuchar no significa darle la razón al otro, solamente escuchar su parte de la historia. Aquí hemos aprendido, y hemos aprendido con mucha dificultad, que todas las historias tienen distintos lados. Y nosotros somos muy adictos a veces a la historia única. A pensar que la historia es la que nosotros conocemos.
Darnos un espacio para escuchar a los otros, nos permite mirar la situación desde distintos puntos, yo creo que nosotros los judíos hemos sufrido mucho con la historia única, los prejuicios que se tiene con respecto a los judíos tiene que ver mucho con contar un cuento de cómo son. No los repitamos. Hoy día decían en la apertura de este conversatorio que a veces los judíos nos encerramos en comunidades muy cerradas, pero por más que nos encerremos en comunidades no estamos exentos de comunicarnos con otros. Acá es muy importante poder salir un poco de nuestro encierro y mirar lo que está pasando un poco más allá. Un poco más allá.
Y una última cosa que les quiero decir, aunque hoy día no lo vamos a hacer, es entender que tenemos que logar la calma entre nosotros mismos. La calma se logra de una forma distinta. Una forma es la conversación, otra forma son ciertas actividades que uno hace para calmarse, y ojo, tomando algo de lo que decía Yael de la cantidad de medicamentos y ansiolíticos que nosotros tomamos hay formas de calmarnos que nos hacen mal, el alcohol, las drogas, automedicarse, comer o consumir, son cosas que nos calman pero que a la larga no nos calman de verdad.
Cada uno debiera, y esto -yo trabajo mucho con niños, yo trabajo en escuelas- ojalá uno pudiera haberlo aprendido en su contexto escolar y en su contexto familiar, cuáles son las formas de calmarnos. Fíjense que la forma que tienen los niños de calmarse, es mirar a su adulto cuidador. Por eso es tan importante que como adultos estemos bien, porque cuando uno no está bien no puede cuidar a otro. Algo que se transmite, que es lo más contagioso que hay, es la angustia de los adultos a los niños. Entonces, antes de despedirme y antes de comenzar en los grupos para poder conversar estas cosas, la necesidad de estar bien para poder cuidar a otros.