Intervención de Yael Flores

Conversatorio “Crisis desde una visión judía”

Domingo 10 de noviembre de 2019

 

Intervención de Yael Flores

Presidenta de la Federación de Estudiantes y Jóvenes Judíos, FEJJ

 

En primer lugar, me gustaría contar quién soy y desde qué lugar nace mi mirada: Soy mujer, tengo 22 años, soy judía y actualmente estudio psicología en la PUC. Es desde ahí, y de mi relación tanto con la juventud judía como con mis compañeros de escuela, desde donde posiciono mi discurso.

 

Se me ha pedido estar en este panel, y en 7 minutos tratar de representar justamente la mirada y las vivencias que acompañan a la juventud en estos momentos del acontecer nacional, y es por esto que me gustaría partir con una reflexión sobre lo que podrían ser algunas de las diferencias entre generaciones.

 

– El Impacto de la Dictadura:

El hecho de ser hijos de padres que vivieron durante la dictadura en Chile, hace que nuestra relación con ellos en comparación a la suya con sus padres, y en consecuencia, la relación que tenemos con la autoridad, sea muy distinta. Ellos que vivieron esa oscura etapa de la historia tienden a tener una relación ambivalente con la autoridad, de mucho temor y al mismo tiempo de mucho rechazo, en comparación a nuestra generación que se caracteriza por tener una relación con la autoridad determinada por sentimientos de menor amenaza y miedo, y que por lo tanto, resulta ser una trato más desafiante, creo yo en gran parte explicado por no haber vivido los efectos del autoritarismo.

 

No estamos acostumbrados a la obediencia porque sí, no tenemos ese miedo expresado en respeto que existe en otras generaciones tanto hacia carabineros como a militares o autoridades de gobierno, y que hace posible entonces, que la desobediencia civil sea mucho mayor.

 

– Globalización, Tecnología y Redes Sociales:

La cultura de la época nos ha hecho acostumbrarnos a que los cambios deben ser siempre rápidos, con efectos casi instantáneos, lo que se traduce entonces en peticiones concretas y muchas veces en falta de paciencia a largo plazo. Con el símbolo de la caída del muro de Berlín que recién conmemoramos sus 30 años, se podría decir que se derrumban los grandes relatos y que no existen ya las grandes utopías colectivas que propongan un nuevo modelo estructuralmente distinto, en lo concreto podemos ver en chile como últimamente las luchas se han dedicado más bien a ser reivindicaciones sectoriales. La novedad se da entonces en este nuevo movimiento.

 

Por otro lado, otro elemento que resulta de la globalización es la eliminación de las identidades particulares y el reemplazo de éstas con una nueva “gran identidad global”. Lo anterior, genera que los lazos con agrupaciones locales sean “eliminados”, y que por tanto en momentos como éstos, sea cuando más esfuerzos nazcan por recuperarlos y que emerjan nuevamente.

 

-Individualismo:

Nos lleva a interpretar la realidad a partir de nuestro propio lugar, y por tanto tendemos a involucrarnos como recién mencionaba, en causas asociadas a la vivencia personal. La subjetividad está entonces, legitimada como verdad absoluta. Y es a partir de eso como nos relacionamos con una cierta causa, grupo social, o demanda. EJ: Marcha feminista, marcha LGBTIQ+, marchas estudiantiles, No más Tag, etc. Cada una convocando a un cierto grupo, y también podemos ubicarnos acá como comunidad judía con nuestra incansable lucha contra el antisemitismo.

 

Lo novedoso que veo yo en este movimiento a diferencia de otros que como generación nos ha tocado vivir, es que bajo el slogan de “un nuevo pacto”, es posible abarcar entonces todo tipo de demandas particulares y es a partir de eso, que como me ha tocado personalmente ver en las marchas, cada quien desde su lugar tiene espacio para exigir las demandas y reclamar las injusticias que a cada uno le hacen sentido, y es por eso que podemos ver como más del 70% de la gente en Chile según las encuestas está de acuerdo con el “movimiento social” por más que el 1.200.000 de personas que se juntó en la gran marcha, probablemente no estaría de acuerdo en muchas de las cosas si se las pusiera a conversar.

 

Lo único que sí podemos decir que une es el rechazo al modelo, muchas veces personalizado en el presidente y lo que él simboliza, el hashtag “Renuncia Piñera” creo yo, no es algo personal sino que es más bien simbólico: una autoridad que no ha sabido controlar el conflicto, y que también al mismo tiempo representa a los privilegiados de los privilegiados, siendo el símbolo de la evasión de los más ricos y la burla de la dignidad a través de sus ministros con frases desafortunadas. Además, se genera una decepción de un gobierno y modelo que no ha podido cumplir con las expectativas que promete, desatando así un estallido social que estaba listo para emerger.

 

Lo emocionante para mi de esto, es que en una sociedad tan individualista, el participar de los movimiento sociales permite sentirse parte de algo mayor, y creo personalmente que eso es lo que más llama la atención a nuestra generación, la idea de ser parte del colectivo.

 

-Juventud y Esperanza, Futuro y Proyección: Por qué la juventud ha sido la que ha tendido a llevar o iniciar las movilizaciones sociales y sobretodo en los últimos años en Chile?

 

Yo creo tiene que ver en términos inconscientes con la relación con la muerte. Para los jóvenes hay todavía tiempo para cambios, hay espacios para la esperanza, y hay una asociación a los adultos como personas que se aferran al poder, transformándose en más conservadores, en gran medida porque quieren conservar su vida y sus condiciones de vida, y porque para ellos, el tiempo ya fue y no hay espacio para grandes cambios. Lo anterior no significa que no puedan existir “jóvenes viejos” o “viejos jóvenes”.

 

En relación a la educación, es importante considerar que los jóvenes actuales que han sido en la historia los más educados, más racionales y más beneficiados del acceso a la educación, al consumo y a las nuevas oportunidades, son paradójicamente, quienes generan la crisis con el mismo sistema y lo cuestionan. Podremos conversar más adelante sobre las razones que podrían explicar esto.

 

-Desconfianza con la Clase Política:

 

La cual se encuentra inhibida por culpa por haber sido cómplice y parte de la misma política a la cual se critica. Los jóvenes exigimos una nueva política, que se vincule con la calle, con espacios de participación nuevos y legitimados. Existen también tendencias a creer que la vía es “romperlo todo y edificar un nuevo orden” no desde el poder, ya que existe falta de confianza también en el sistema político.

 

Lo que si está claro, es que las temáticas de la agenda social y política hoy en día están marcadas por las voces de la ciudadanía, y el poder está en la gente.

 

-Comparaciones:

 

Si bien esta contingencia ha reactivado el trauma del golpe y de la polarización de la sociedad durante esos años, y todos hemos sido parte de esas referencias en el último tiempo, considero que cultural, histórica y generacionalmente hay grandes diferencias que no podemos olvidar, sobretodo en términos de colectivo. Esos eran años de movimientos de masas, eran común en Chile y el mundo las revoluciones, el relato en torno a un líder, la idea de las masas en la calle era una rutina de la época. En comparación a una generación actual que se ha movido en torno al consumo personal y que lo novedoso entonces, está en el hecho de poder salir a la calle, y en que gracias a la redes sociales, cualquier persona puede opinar y convocar.

 

A nivel de juventud judía, entendiendo que somos en nuestra mayoría parte de los privilegiados del país, el sentimiento más bien a nivel familiar que de juventud es sentirse atacados, sin entender que la desigualdad afecta también a privilegiados y no solo a vulnerados (obviamente de forma radicalmente distinta) porque quienes se han beneficiado de los privilegios no es simplemente que tengan culpa por haber sido malas personas, sino porque el sistema ha permitido que así sea. En ese sentido, no hay para mi buenos y malos, sino un sistema que condena a un orden injusto y al constante abuso, y que también afecta por ejemplo, a través de los sentimientos de culpa y de vergüenza.

 

En relación a esto otro de los efectos que vale la pena mencionar de forma muy rápida para conversar después, es que una de las consecuencias que una sociedad estructurada como la nuestra genera, se relaciona con el indicador que señala que somos una de las sociedades con mayor consumo de psicofármacos en el mundo, fundamentalmente ansiolíticos y antidepresivos, dando cuenta de otros síntomas del malestar y que no es entonces, un problema solamente económico.

 

Por último y para concluir, me gustaría señalar que : Las condiciones sociales, culturales y económicas van cambiando de una generación a otra y no solo en el país, sino que también en el mundo, lo que sin duda implica un cambio de prioridades que hoy en día genera que todos los sistemas y que todos las estructuras que fueron en su momento una verdad absoluta, estén puestas hoy en tela de juicio y sean cuestionadas, por ejemplo: el sistema de salud, la educación, y también el espacio político, y exigen entonces abrir el diálogo y el debate sobre cambios necesarios y urgentes, para conseguir lo que en las movilizaciones se llama “un nuevo pacto social” que asegure las condiciones para que en todo Chile “la dignidad se haga costumbre”.